El Mundo

Un verano en Italia a “númerus clausus”

Algunas ciudades adoptan medidas para no verse desbordadas y salvaguardar su patrimonio ante el turismo de masas.

por Mónica Bilbao

ROMA, Italia.- Meca del turismo, máxime en temporada estival, algunas de las urbes más preciadas de Italia adoptan medidas para no verse desbordadas y salvaguardar su patrimonio este verano ante el turismo de masas.

El país, que batió su récord el pasado año con 60 millones de visitantes, afronta un verano que las previsiones anuncian que se superarán todos los números.

Los principales atractivos italianos, refiere el Ministerio de Cultura y Turismo, son el mar y su legado artístico.

El mismo que a ultranza trata de salvaguardar el que es uno de sus destinos insignia, Venecia, por donde transitan anualmente 26 millones de visitantes, explica a EFE la asesora de Turismo del Ayuntamiento Paola Mar.

La Ciudad de los canales mantiene un pulso entre la necesidad de turismo y la de salvaguardar su patrimonio, dice la consejera.

Para regular su afluencia se han instalado cinco tornos en los únicos puntos de entrada terrestre a la ciudad, pues es “un museo a cielo abierto que no puede soportar más que un determinado número de turistas”, declaró el presidente de región del Véneto, Luca Zaia.

Los tornos se cierran cuando se ha alcanzado el número máximo e indican a los visitantes otros recorridos para descongestionar los más habituales.

Asimismo, se ha prohibido durante tres años la apertura de negocios de comida rápida a pie de calle, ya que sean de pizza, pasta o kebab -solo se salvan las heladerías-, a fin de “preservar el alma de la ciudad”, defiende Mar.

La UNESCO, que amenazó con incluirla en la ciudades en peligro, le advirtió de que era necesario tomar medidas, rápidas y efectivas, consciente del impacto en su esencia de las mareas humanas que la atestan.

El turismo de masa también lo viven en la zona conocida como las “Cinque Terre” (Las Cinco Tierras), en Liguria, donde han puesto un aforo límite de 5.000 personas para que puedan caminar por sus senderos, precisa el director de su Parque Nacional, Patrizio Scarpellini.

Se trata también de sensores que registran las entradas y que, cuando se supera el número fijado, cierran los accesos hasta que disminuye el número de personas, indica.

Otra joya situada en el Golfo de Nápoles, Capri, con una superficie de 10,4 kilómetros cuadrados y dos millones de visitantes anuales, también estudia medidas aunque “no se pueden poner barreras por problemas de espacio”, señala a Efe su alcalde, Giovanni De Martino.

“A menos que se llegue a una situación de extrema necesidad”, matiza, pero por ahora han optado por prohibir la entrada a todo vehículo que no sea de residente. Y contra los desembarcos masivos han dictaminado que debe darse un intervalo de 20 minutos entre la llegada de cada ferry a su puerto, cuenta el regidor.

Tampoco se puede entrar en coche particular en Taormina, en la isla de Sicilia, también con el intento de preservar la ciudad.

La introducción de Tornos o barreras solo daña la imagen del país, explica Andrea Gnassi, regidor de Rimini, una de las más visitadas por el turismo europeo en la costa del Adriático.

“Si el turismo italiano da la imagen de los tornos y el número límite no hace un buen negocio”, dijo Gnassi, al asegurar que Rimini jamás tomará estas medidas.

El sector del turismo genera un valor de 70.000 millones de euros, el 4,2 % del PBI, y da trabajo a 1,3 millones de personas, según los últimos informes. Todo un patrimonio que explotar y que cuidar.

EFE

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